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El Patito Endiablado: rugido de motores y pasión chaqueña

 El Patito Endiablado: rugido de motores y pasión chaqueña

 

El 18 de 1969, el rugir de los motores rompía el silencio del campo chaqueño. Ese día quedaba inaugurado el primer circuito cerrado de automovilismo del Chaco: “El Patito Endiablado”, un nombre que nació casi por casualidad, pero que se transformó en leyenda.

Ubicado sobre la Ruta Nicolás Avellaneda, en el campo de la familia Echezarreta, donde hoy funcionan Hierros Líder y Red Megatone, camino al Parque Caraguatá, aquel predio fue cedido gratuitamente por diez años al Chaco Automoto Club. En esas tierras, donde alguna vez se sembró caña de azúcar, alfalfa y sorgo, nació un trazado que marcaría el inicio de la historia del automovilismo chaqueño moderno.

La creación de un circuito con alma

El diseño del circuito no fue producto de ingenieros ni planos sofisticados, sino de la pasión. Lo delinearon “El Vasco”, “Yaco” Guarnieri y “Chito” Scarpin, que a bordo de un viejo jeep fueron marcando el recorrido entre cañadas y pastizales.
El terreno parecía tener vida propia: “El trazado prácticamente salió solo”, recordaban.

En una de esas jornadas, “Yaco” insistió en doblar hacia la izquierda —pese a la advertencia del Vasco— y el jeep terminó encajado en un zanjón. Y cuando intentaron desmalezar prendiendo fuego, el viento les jugó una mala pasada, rodeándolos con llamas. La única salida fue atravesar el frente de fuego. Como en las películas, salieron ilesos, con el corazón acelerado y el espíritu más encendido que nunca.

El circuito tomó su nombre por su forma particular —que visto desde el aire asemejaba un pato— y por el rugido infernal de los motores: El Patito Endiablado.

Una inauguración multitudinaria

El domingo 18 de agosto 1969, el Chaco Automoto Club organizó la primera competencia oficial, de la popular Categoría Anexo “J” del Turismo Nacional, con el Premio Lotería Chaqueña.
Fue un acontecimiento histórico. Miles de aficionados colmaron el predio. Participaron Vialidad Provincial y la Municipalidad de Resistencia, que trabajaron intensamente durante varios días para dejar todo listo.

La crónica del diario El Territorio al día siguiente lo describía así:

“Todo estuvo previsto. Buena organización, hermosos lugares para el público, servicio de lunch en kioscos estratégicamente dispuestos y hasta improvisados, pero muy útiles baños. Resistencia tiene su circuito propio para las competencias automovilísticas.”

Ese día, el Chaco se subía oficialmente al mapa grande del automovilismo argentino.

El alma de una época

El Patito fue más que un circuito: fue una escuela, un punto de encuentro para pilotos, mecánicos y fanáticos del ruido y la velocidad. Por allí pasaron nombres que luego serían protagonistas del automovilismo zonal y nacional.
Los domingos eran una fiesta: se escuchaban los motores, los aplausos y el eco de los parlantes anunciando a los ganadores. Era la época de los autos con olor a nafta y a esfuerzo, donde la pasión era el motor principal.

Con los años, el circuito desapareció físicamente, pero su historia sigue viva en la memoria de los chaqueños. Hoy, sobre ese mismo suelo donde rugieron los motores, se levantan comercios y galpones. Pero quienes lo vivieron, aseguran que si uno cierra los ojos y deja que el viento sople desde el río, todavía puede oír el eco de aquellos fierros endiablados girando sobre el polvo del Chaco.

Testimonios y recuerdos

“El Patito fue una locura hermosa. Allí nació la pasión por las carreras en el Chaco. Era todo a pulmón, pero con un entusiasmo que contagiaba a todos”, recordaba años después Héctor “Yaco” Guarnieri, uno de sus impulsores.

“Había olor a combustible, a tierra húmeda, a motores vivos. Cada carrera era una aventura. Nadie se lo quería perder”, contaba entre risas Ricardo ‘Chito’ Scarpin, uno de los colaboradores de la primera organización.

“Fue el inicio de una era. Sin el Patito Endiablado, no habría existido el Yaco Guarnieri, ni el automovilismo chaqueño como lo conocemos hoy”, sintetizó un exdirigente del Chaco Automoto Club.

 

Epílogo

“El Patito Endiablado” ya no existe en el mapa, pero vive en la memoria de todos los que lo vieron nacer.
Fue el punto de partida de una pasión que se mantiene encendida. En cada carrera, en cada motor que se enciende en el autódromo “Yaco Guarnieri”, hay algo de aquel espíritu fundacional de 1969, cuando un grupo de soñadores se animó a desafiar la tierra, el fuego y el tiempo… para que el Chaco tuviera su primer circuito y su propio rugido.

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